5 abr 2012

Decido no sucumbir

Lo que hace meses parecía imposible, lo que nunca pensé que sería capaz de decir, todo eso –por fin– ha llegado. No, que no te alivie, si lo he conseguido ha sido por mí. Y por los demás. Te quiero pero me da igual que tú no. Te aguanto pero a veces preferiría no tener que hacerlo. Estoy contigo pero ni siquiera te busco. Ahora no. Antes sí. Ahora no. Minipunto para Daniel.

Por fin podemos respirar. Cada uno de lo suyo. Yo he perdido el tiempo: ya lo recuperaré. Tu familia, tus amigos, tus cosas. Já. Luego me vienes con esas. Al diablo. Se acabó el perrito faldero. Siempre esperaré paciente, insisto, una cosa no quita la otra. Pero con la cabeza bien alta, a ver. Nada de lloriqueos. Solo faltaba. Si soy feliz. Si tengo cien mil cosas que me hagan sonreír. Si ya no eres lo primero. Ni lo segundo ni lo tercero. (¿Lo fuiste, realmente?)

Coexistencia pacífica, eso lo llevamos muy bien. Me gusta, de hecho. Todos contentos, sin sobrepasar una raya que nadie quiere sobrepasar. Así debería haber sido siempre. Pero no lo fue. Y ahora me dejas como herencia una canción que ya no podré escuchar y una necesidad irrefrenable de hablar de lo poco que me importas. Pero por lo demás bien y tal.

2 comentarios:

S. Ludw dijo...

Muy propicio no? Suerte en la vida a todos los propicios.

Jon Machalón dijo...

La canción es bonita (sí, hijo, me entró la curiosidad y tuve que buscarla, llámame morboso si quieres). Y está bien que elijas no sucumbir, supongo (recalco el supongo ya que no tengo ni idea de lo que estoy hablando).