26 dic 2008

Ni a palos.

Es que ni a palos aprendo. Cada vez estoy más conforme con aquellos que dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces (o más) con la misma piedra. El más idiota, vaya. Aunque cada vez tengo más dudas sobre nuestra igual condición. En otras palabras: que probablemente sea la oveja negra.

Después de tantas tortas, después de mil y un desengaños, fracasos y decepciones, todavía tengo la maldita manía de embobarme, de ilusionarme con promesas, con ideas, con sensaciones. Con la razón me he dicho mil veces que no, que deje de pensar en esas cosas, que no fantasee. Que ya soy mayorcito. Y toda reflexión racional se va a la mierda en cuestión de segundos. Parece mentira que, aun hablado y aclarado, el asunto todavía me ronde la cabeza, y de vez en cuando piense en que quizá, algún día... No doy más datos por aquello de la intimidad, que yo, aun a la contra de muchos, sigo recelando como una de las únicas cosas que quedan propias. Sólo diré que todo esto no es una simple chiquillada. Bueno, quizá sí, pero no se trata de un amorío, que es lo que induce a pensar. Eso sí, que cada uno lo enfoque de manera que lo pueda entender.

¿Cuántas veces habré tenido pretensiones de ocupar una parte más o menos importante en la vida de ciertas personas? Pero, ¿quién me he creído? De verdad, si alguien entiende algo de psicología humana (o adolescente, supongo) que ofrezca los consejos que buenamente pueda. Y, sobre todo, hacedme ver que no soy el único. Por favor.

13 dic 2008

Agua.

Se pudo escuchar un “¡plof!” y se sumergió por completo en la piscina. Con el traje de baño como único compañero, decidió bucear. Llenó sus pulmones de aire, cerró por completo los ojos, muy fuertemente, y dio un par de brazadas en dirección al fondo. Siente uno tanta paz ahí abajo... Extendió los brazos y las piernas, dejó que el pelo bailara a su antojo y esperó. Quién sabe a qué o a quién, pero esperaba. Lo decía su cara, estaba feliz. El silencio ahí dentro era sólido, como si una gran masa impenetrable lo aislase de la realidad. La presión del agua sobre su cuerpo, el frescor del líquido en contacto con cada rincón de su piel. Es reconfortante sentir esa serenidad. Uno olvida todo, hasta la peor de las ofuscaciones...

Nunca debemos olvidar que, a pesar de la perfección de lo ideal y de lo fantástico, debemos, cada cierto tiempo, volver a la realidad para coger un poco de aire. De lo contrario, corremos el riesgo de que nuestra fantasía nos ahogue.

12 dic 2008

Jugar limpio.

A fin de cuentas, lo de jugar limpio cuando iba a escote el pellejo, eso era algo que tal vez contribuyera a la salvación del alma en la vida eterna; pero en lo tocante a la de acá, la terrena, suponía, sin duda, el camino más corto para abandonarla con cara de idiota y un palmo de acero en el hígado. Y Diego Alatriste no tenía ninguna maldita prisa.

Arturo y Carlota Pérez Reverte, El capitán Alatriste.

7 dic 2008

¿Enamorado, yo?

Otro día me preguntaron si estaba enamorado. ¡A mi edad, enamorado! Me quedé en silencio. En verdad nunca me lo había planteado. ¿Enamorado, yo? ¡No! Imposible. ¿Cómo iba a estarlo? El tiempo hace que todo se pase. Qué lejos queda ahora esa época de pasiones, de confusión, de desenfreno. Y sin embargo… Y sin embargo cómo la añoro. No, definitivamente ya pasó. Pero quien tuvo, retuvo. Ya casi ni me acuerdo, pero es cierto que fue maravilloso. Las sensaciones, cambiantes a cada momento, impulsan a hacer cada locura… Tremendamente peligroso. Y, aun y todo, no hay nada más bonito. ¿Y si, en el fondo, estuviese enamorado?

Sí, es probable que lo esté. Estoy enamorado del amor.

5 dic 2008

Mátame o dame la vida.

TEODORO:
[...] Mátame o dame la vida;
da un medio a tantos extremos.

Lope de Vega, El perro del hortelano.

4 dic 2008

Es fácil hacerse millonario (si sabes cómo). II

He recibido múltiples quejas. Nadie quiere perder el tiempo escribiendo un best-seller para hacerse millonario. Las prisas y el ansia de riqueza no conciben la paciencia como vía para conseguir tan avariento propósito. Y lo entiendo, de verdad. Así que he reflexionado y he ideado otro método para hacerse rico. No sólo rico: archirrico. Y eso son palabras mayores...

Este método quizá no sea tan sencillo de idear como el anterior, si bien es más directo y tiene una mayor difusión. Mientras que el best-seller estaba destinado a un público elitista determinado (era necesario saber leer), forrarse a través de la teletienda llega al ciudadano de a pie de una forma sencilla e inquietantemente efectiva. Sí, la teletienda. Cualquier humano que zapee pasa al menos una vez a la semana por esos canales que exclusivamente se dedican a ese mercado. Lo más triste es que siempre se queda uno embobado, al menos cinco minutos, admirando los productos ofertados.

Lo primero de todo es encontrar un producto a vender, quizá la parte más complicada. No hace falta que sea bonito. Ni siquiera hace falta que sea útil. Sólo es necesario que tenga un nombre psicodélico. Sirve cualquier palabra compuesta que comprenda las palabras abre-, quita-, limpia- o corta- seguidas de todo cuanto pueda abrirse, quitarse, limpiarse o cortarse en el ámbito doméstico. Y si éstas están seguidas por un número que suene grande, así como “dos mil”, “diez mil” y derivados, mejor que mejor. También se puede probar en el campo del físico y la belleza, con modernas máquinas para ejercitar glúteos e increíbles pomadas antitodo que rejuvenezcan y tonifiquen la piel. No es preciso que huelan bien ni que tengan un color atractivo, siempre y cuando rejuvenezcan y tonifiquen la piel. (Todo el mundo tiene presente la afamada baba de caracol.)

Cualquier paleto puede promocionar algo en la teletienda. No hay más que ver los prestigiosos presentadores de este género. Así, lo segundo es encontrar un nombre sencillo en inglés. Suelen ser comunes John, Joe o Tom, nombres que recomiendo a quien no quiera desentonar en el mundillo. Imprescindible encontrar un compañero, con nombre de características similares. Lo siguiente es encontrar un local con amplios ventanales. Si no se tiene, basta con poner un forro que simule Manhattan o San Francisco: nadie va a poner en duda la verosimilitud del forrillo porque lo importante es el producto a vender.

También es importante entrenarse en frases como “Wow, Michael, no sé cómo podía vivir sin el Pelachorizo 3000”, “No puedo creer que este Sacudealfombras automático sea tan barato, Sam”, “Y, ¿dices que el Limpiabañeras 5000 es tan sencillo como eso, Bob?”. Por último, existen ciertas tácticas comerciales que resultan infalibles para el espectador de teletienda modelo. Acompañar el producto con un fabuloso set de cuchillos de cocina (uno para cortar jamón, otro para hendiduras poco profundas, otro de sierra, otro de queso, otro para trinchar el pavo y otro que nadie sabe para qué sirve) siempre es efectivo. Anunciar que “sólo las cien primeras llamadas” o que “sólo las llamadas recibidas en los primeros cinco minutos” recibirán una segunda unidad de producto también ayuda a que se dispare el número de solicitudes. Es muy útil acompañar las imágenes del producto en cuestión por testimonios que aseguren su indiscutible utilidad: “Antes de comprar el Embutesalchicas, mi vida no tenía sentido. Pasaba largas horas embutiendo las salchichas a mano. (Imagen de la señora en cuestión, desesperada, despeinada, embutiendo salchichas en blanco y negro.) Sin embargo, fue comprar el Embutesalchichas y mi vida es mucho más cómoda. ¡Ahora tengo tiempo para hacer lo que me gusta! (Ya recuperado el color, la señora en cuestión embute salchichas sonriente, y se dedica a otras actividades, como leer en un sofá).”

Pero la frase que cala más hondo, la que provoca que miles de personas depositen su confianza y sus números de tarjetas de crédito en empresarios de teletienda es “Por sólo...” seguido de un precio desorbitado. Si el precio, además, va seguido por “...al mes” ¡Oh! En ese caso las líneas telefónicas arden.

¡Vamos! ¡Tú también puedes comerciar tu espléndido producto en la teletienda! Hacer esto hoy sólo te costará un pequeño esfuerzo mental. Los primeros cien empresarios serán obsequiados con un fantástico juego de sábanas.

¿Qué? ¿Es o no es fácil hacerse millonario con pequeños trucos? Quién sabe. Quizá éste sea el comienzo de una gran serie de métodos para hacerse rico. Tendré que patentarla. Qué pereza...