4 ago 2008

Era su momento.

Era de noche, como siempre que ocurren este tipo de cosas. Será que la luz del día nos ciega y no nos deja ver la magia de los momentos, pero cuando el sol se cubre con una manta de estrellas bordadas y los halos de magia que irradian ciertas situaciones irrepetibles se dejan ver, las personas se dejan embaucar por su belleza y su atractivo, dejando de lado la razón para entregarse por completo a seguir sus sentimientos.

Él llevaba tiempo queriendo estar a solas con ella. Ella, simplemente, no tenía plan para ese día. Él sentía vergüenza cada vez que cogía el teléfono para marcar su número. Ella pensó en él como recurso para matar una noche. Él no podía pensar en otra cosa que no fuese ella: tenía su sonrisa grabada a fuego en su mente. Ella lo llamó. Él casi se muere del susto. Ella propuso un plan que él aceptó de buen grado. Ella pensó: “Ya he apañado un poco la noche”. Él pensó: “Hoy es la mejor noche de mi vida”. Ella se arregló y él, con la emoción, olvidó hasta la colonia. Ella lo vio: qué bien le caía él. Él se derritió: ella es un ángel. Ella sintió algo: “Qué guapo está hoy.” Él no sabía qué hacer, y empezó a decir estupideces. Ella se reía, charlaba y se volvía a reír. Resultaba tan gracioso... Él llegó incluso a pasarlo mal. Quería quedar bien. Ella dudó: “¿Qué me está pasando?” Él dudó: “¿Qué siente ella?”

Se miraron a los ojos, como buscando respuestas el uno en el otro. Sentados en aquel banco, los minutos pasaban volando mientras que ellos, confusos, callaban y pensaban.

Entonces él no podía esperar más. Se moría por abrazarla. Ella no sabía por qué, pero necesitaba abrazarlo. No se dieron cuenta, pero aquel segundo llevaba para ellos un brillo mágico. Era SU momento. De ellos y de nadie más. Por fin había llegado el momento en el que, en lo que dura un suspiro, en lo que se cruza una mirada, se dieron cuenta de que lo que más deseaban era continuar abrazados durante el resto de sus vidas. Mientras el resto del mundo vivía ese momento como cualquier otro, para ellos fue el momento que cambió sus vidas.

Naturalmente, era una noche verano.

5 comentarios:

.·.Lei.·. dijo...

mencanta..

Anónimo dijo...

Vayaaa, ¡si al final ha merecido la pena que te pusieses serio! :)
Sin palabras... ¡Me chifla!

Anónimo dijo...

maravillastico

Bian dijo...

Ves? Éste tipo de placeres intelectuales se habría perdido el mundo si no te hubieras hecho el blog...
Artista!

Anónimo dijo...

simplemente precioso