14 feb 2009

Recuerdos.

Con los años, vamos llenando nuestra cabeza. De cosas útiles, y de otras no tanto. De conocimiento, de cultura, de sensatez,... ¿Y si sólo fuese de eso? Las vivencias aportan historias interesantísimas, al menos para el yo. Olores que recuerdan a épocas, a personas. Una melodía que traslada, una frase que enamora. Aquel sitio, grabado como una fotografía. Podría recorrerlo cien veces sin perderme. Y esa fecha, y esa casualidad... Decoramos el espacio más íntimo a nuestro gusto. Para algo somos sus dueños. Procuramos olvidar lo que no encaja, lo que molesta, aunque a veces no lo consigamos. Tendemos a idealizar el pasado, o al contrario. El más mínimo detalle, la palabra más insignificante, puede rondar horas por nuestras cabezas. Somos capaces de retener recuerdos que jamás aparecerían en un libro. Que, de aparecer, llenarían estanterías enteras de realidades subjetivas. Que, de no existir la memoria, se perderían con el tiempo, perdiéndose con ellos la magia y la química de un momento que no volverá a ser vivido como tú lo hiciste.

1 comentario:

Marta González Coloma dijo...

"Decoramos el espacio más íntimo a nuestro gusto. Para algo somos sus dueños. Procuramos olvidar lo que no encaja, lo que molesta, aunque a veces no lo consigamos."

Qué gran verdad... En realidad, eso es lo que nos hace felices muchas, pero muchas veces.