18 dic 2009
Gente que necesita comprensión...
9 dic 2009
Ella, otra vez ella
Oscura, muy oscura. Turbia, casi opaca. Toda la belleza encerrada en su cuerpo, toda la dulzura concentrada. Auténtica esencia. Fuente incesante de dolor y de alivio. Los momentos a solas son un frenesí, un infierno de placer. Una especie de montaña rusa, con sus cosquilleos y sus ganas inagotables de gritar. Vuelvo a sentir aquel extraño picor cálido, que me envuelve al tenerla cerca. Terrible. Pero tan adorable. Me dejaría perder en la negrura de su pelo, en la palidez de sus manos, en la ternura de su gesto. Me dejaría perder aun a sabiendas de que no volvería. Me dejaría perder, si ella es quien me lleva.
Pero, ¿es en realidad ella? Claro. No sé, a veces cambia. Adopta distintos nombres, distintos cuerpos. Pero es ella, la misma. La que me desvela, me hipnotiza, me posee y me abrasa vivo. Y la que me encanta.
6 dic 2009
Utopía
17 nov 2009
Pleno
Necesitaba cambiar la banda sonora de mi vida. Y creo que lo he conseguido. Eso sí, intentaré que siempre sea de Yann Tiersen.
31 oct 2009
Invierno, ¿infierno?
Va a resultar que el invierno no es tan feo como lo pintan...
27 oct 2009
Breves instrucciones para ser Vicky
Sean despistados. Esto exige menos esfuerzo: resulta muy fácil perder algo, olvidar algo, evadirse de algo. No tan fácil para el no iniciado: cuesta adaptarse. Una vez adaptado, coser y cantar. Doy fe.
Sean perezosos. Todo aquello fuera del alcance del sofá, desconózcanlo. Óbvienlo. Carece de importancia y/o interés. En cuanto al esfuerzo personal, mientan. Pequeñas mentirijillas, nada serio, no alarmarse. Simplemente, digan que “este año sí que estudio” cuando no lo hacen. Por pereza, claro.
Sean únicas, irrepetibles, sorprendentes, inigualables. Sean Vicky.
Esperemos que la arriba nombrada haya sido un poco más precisa y benévola con el abajo firmante...
http://practicamenteimperfectaentodo.wordpress.com/2009/10/27/breves-instrucciones-para-ser-dani/
24 oct 2009
Faltas
Nunca me ha resultado fácil confiar ciegamente en alguien. Tampoco abrirme, siempre he sido muy suspicaz. La amistad se pierde muy fácilmente, pero se gana con sudor, y más en mi caso. Ahora me siento a la deriva, como si hubiese que volver a empezar después de todo el tiempo empleado. Perdido, como el niño. Y no es que mi nueva vida no sea plena: en ocasiones he manifestado lo radiante que me siento tras el cambio, en mi nuevo ambiente, entre mis nuevas circunstancias. Pero, cuando has tenido algo tan preciado, es difícil conformarse con premios de consolación.
Resulta gracioso. Antes de que todo esto ocurriera, viéndolo venir, siempre afirmé que merecía la pena esforzarse por conservar los tesoros que ahora veo perderse. Y, no obstante, ahora que lo vivo, me doy cuenta de lo imposible que se vuelve jugar a tantas bandas. Y ello me hace sentir tan nulo, tan incompetente...
12 oct 2009
Perdedor
9 oct 2009
De noche llega
Es momento de abandonar lo diurno, lo banal, lo intrascendente. Se piensa en otro tipo de cosas, asuntos de almohada. Se hace balance. Amistad, amor, familia. Directo a la esencia de todo ello. L’essentiel est invisible pour les yeux. No así para el ojo de la mente. Todo se clarifica, se distingue. Me dirijo al centro, a lo verdaderamente importante. Y ahí contemplo.
Contemplo a los seres humanos, incomprensibles ellos. Sólo física, sólo química, dicen algunos. Conjunto de reacciones. Sí, ya. Y un pimiento. La complejidad llega a asustarme. La mía, mismamente. Mis actuaciones, mis palabras, mis cambios de humor. La lucha infatigable entre el deber y el querer, el ahora y el después, el yo y los demás. Somos engranajes perfectos pero emocionalmente desequilibrados. Incapaces de controlarnos. ¿Incapaces? Quizá no queramos.
Contemplo lo que nos hace humanos. Caridad, ayuda, comprensión, oportunidades. Lo que nos aleja. Intolerancia, prejuicios, rencor, envidia. Contemplo nuestras relaciones. Es preocupante lo difícil que resulta querer y lo poco que se tarda en despreciar. Extraña la facilidad de unos y lo mucho que les cuesta a otros hablar, reír, abrirse y entender al resto.
Contemplo las palabras, tan sencillas, tan precisas, tan bellas. Y a la vez tan vacías y huecas. Un arma de doble filo que se ajusta a cada persona según su objetivo.
Un retrato global de lo que nos afecta. Lo esencial de ese tipo de asuntos, pero también de los detalles. Sí, los detalles también tienen su esencia. Pequeñita, escondida, muchas veces despreciada. Son esos matices que, inconscientemente, nos afectan. Creemos no verlos, a veces es verdad que no los percibimos conscientemente, pero ahí están. Esculpiendo y modificando nuestra manera de ver nuestro mundo. ¿Ejemplos? El más bonito, una sonrisa.
De noche llega, estoy convencido. Pero con ella, el sueño. ¿Será momento de invertir mis horarios?
21 sept 2009
Una ausencia notable
Supongo que se me pasará con el tiempo. Me haré a la idea, por mucho que me fastidie. Aceptaré que no la voy a ver tan a menudo como antes. Pensar en ello me tranquiliza, pero a la vez me asusta. Me asusta pensar en que el tiempo pueda pasar demasiado deprisa y en que nos perdamos tantas cosas del otro que acabemos siendo un par de viejos conocidos. Mi amiga. Mi hermana. Con la que jamás he tenido un secreto, de la que nunca me he separado por mucho tiempo. Con ella he compartido horas de esfuerzo; también mis mejores momentos, mis mayores logros. Y los suyos. Muchas veces han sido conjuntos.
No. No quiero tener que recordarla como una amiga de la que poco supe cuando se fue. Qué odiosa imagen la de encontrarnos en unos años y solamente recordar anécdotas, sin mayor conversación. No puedo. No quiero. Si se estropea algo, que no sea por la distancia, por dejarlo pasar, por creerlo intocable. Haremos el esfuerzo ¿vale? Tú y yo sabemos que merece la pena.
16 sept 2009
La goma
Amiga mía, el amor es como una goma elástica que dos seres mantienen tirantes, sujetándola con los dientes; un día, uno de los que tiraban se cansa, suelta, y la goma le da al otro en las narices.
Enrique Jardiel Poncela, Las cinco advertencias de Satanás.
15 sept 2009
Ella
3 sept 2009
Sueños
Soñé. Y soñé con un vastísimo campo de trigo donde refugiarme de la soledad. Soñé con la sonrisa ingenua de un anciano, con un niño que ya lo había conocido todo. Soñé que no había amanecer hermoso, y que el dolor venía sólo si tú lo querías. Soñé con recuerdos que no iban acompañados de lágrimas, con besos que dejaban mal sabor. Soñé con una escalera a la Luna. Con un esclavo de la libertad. Con un adicto a la esperanza. Soñé que no había lugar para los soñadores. Y que los sueños se diluían, se perdían en el momento exacto en que intentabas recordarlos. Y que no se repetían.
Y soñé que soñaba...
1 sept 2009
Tesoros estivales
Otoño había llegado y con él, la melancolía del
verano.
Y es que no lo puedo evitar. Soy melancólico por naturaleza. Y todos, incluido yo, sabemos lo perjudicial que resulta; muchas veces lo he comentado: el melancólico tiende a ofuscar el presente e idealizar el pasado. Pero es tan inevitable… y tan dulce.
Esta tendencia no es mala. Quiero decir objetivamente. Objetivamente no es mala. No es más que un vestigio de aquella felicidad que en un tiempo se tuvo. Y la felicidad siempre es agradable, eso no tiene vuelta de hoja.
Vengo de disfrutar del verano más corto de mi vida. No diré el mejor: mi cabeza, de estructura aún científica, no admite sino mediciones cuantitativas. Cada verano es diferente al anterior, pero lo cierto es que ninguno resulta prescindible. Entrado en septiembre y con tres meses a mis espaldas, ya me asalta esta maldita sensación de no haber exprimido al máximo cada segundo de las noches estivales. A punto de atravesar las puertas del otoño, me vienen a la cabeza las decenas y decenas de noches, todas diferentes, todas igualmente perfectas. No importa el lugar donde parase ni la compañía.
Noches por las calles de Pamplona, en las fiestas “sin igual”, con los encuentros más (in)esperados. Noches en la playa, de fuego, sal y magia. Noches hijaranas, rabineras, de charrada. Noches mediterráneas, delfines en la luna. Noches despistado. Noches de reencuentros, de despedidas. Noches irrepetibles. Todas ellas. No las cambiaría por nada.
31 ago 2009
21 jul 2009
Por siempre un niño
–Ils ne poursuivent rien du tout, dit l'aiguilleur. Ils dorment là-dedans, ou bien ils bâillent. Les enfants seuls écrasent leur nez contre les vitres.
–Les enfants seuls savent ce qu'ils cherchent, fit le petit prince. Ils perdent du temps pour une poupée de chiffons, et elle devient très importante, et si on la leur enlève, ils pleurent...
No quiero caer en tópicos peterpanescos. No voy a decir que quiero ser por siempre un niño. No quiero desearlo porque espero serlo. Sí. O mucho cambian las cosas por aquí dentro, o nunca voy a dejar de ser uno de esos niños ingenuos que pierden el tiempo buscando y encontrando su paisaje desde el tren, su muñeca perfecta, su zorro domesticado, lo más importante para ellos. Espero que nada cambie mi manía de dedicarme a alguien, de convertirlo en algo para mí. Como esa rosa del cuento, igual a todas las demás. No dejaré que sea igual que el resto. En lugar de encontrarme con cien mil ‘algos’ iguales por el camino, perderé el tiempo con uno. Y el tiempo perdido lo hará especial. Una rosa, un zorro, una muñeca de trapo. Mis amigos, lo que me rodea, algo mío. Algo propio. Y es por eso que, si me lo quitan, si dejo de tenerlo, lloro como un niño. Y, ¿sabéis qué? Me encanta.
17 jul 2009
Oda a un lugar
El frescor del interior de la casa supone un buen refugio en los largos días de agosto. Siempre a media luz, en el salón se mezcla el aroma de la albahaca de los jarrones con los restos de la chimenea, del último fuego en abril. Mi perfecto refugio para leer después de comer. En aquellos sillones he devorado desde Lope de Vega hasta Delibes, pasando por Galdós o Unamuno. Y aunque la bodega, bajo la casa, siempre me ha infundido respeto, mentiría si dijese que no me gusta ese aire enrarecido por el vino y el aceite.
El paseo desde la casa hasta el pueblo resulta delicioso. Es un placer caminar algunos minutos por el camino paralelo al río, entre chopos y laureles. Sólo queda cruzar el río y tirar algunas piedras hasta escuchar un ecoico “plof”, bajo el potente sol veraniego. Es reconfortante pasear por sus calles. A pesar de ciertas cuestas endiabladas, como la Abadía o Santa Ana, la tranquilidad reinante en el resto de calles y plazas compensa los esfuerzos. Los rinconces de Híjar huelen a pólvora, a tomillo. Suenan a tambor y a bombo, saben a huerta. En cada puerta me espera la sorpresa de encontrar a alguien con una sonrisa y un saludo para mí, para el forastero.
El día en que prefiero aislarme, siempre tengo la opción de subir al Carmen, la ermita de paredes encaladas que brilla desde lo alto, cercada por pinos piñoneros. En el camino hasta ella, mil flores en las jardineras hacen las veces del perfecto escaparate de todos los colores existentes. Un trago de agua fresca en la fuente y de vuelta a casa.
Y cuando la noche se cierne y llega la fresca, el paseo es inexcusable. Subir al Calvario o al Castillo deja de ser un tormento para convertirse en una travesía agradable y entretenida. La generosidad se personifica en las diversas tertulias de vecinos que se han echado a la calle con sus sillas para disfrutar del suave cierzo y, de paso, disfrutar de un buen vino o de un poco de queso. Las calles, silenciosas, dormitan esperando la madrugada, cuando son invadidas por olores a chusco y torta del horno de leña más cercano.
Adoro mi pequeño paraíso turolense.
2 jul 2009
Hatajo de descerebrados
Y es que es cierto. Parece que los dedos se nos van solitos, de tecla en tecla, expresando eso que tenemos guardado dentro de nosotros con mucha mayor facilidad que si las palabras saliesen por la boca. Por escrito nos atrevemos a contar aquello que no diríamos, a pesar de que sea más costoso en lo que a tiempo y empeño se refiere. Quizá perdamos la vergüenza en el momento en que ya no somos una cara y una voz, sino un puñado de cifras identificatorias y, con suerte, incluso algunas letras. Puede ser que nos sintamos protegidos por esa especie de escudo. O que una vez que publicamos algo, el escrito ya no nos pertenezca, ya no nos identifiquemos con ello (¿alienación?, ¡más no, por favor!).
Aunque es posible que nada de esto suceda, que simplemente seamos un hatajo de descerebrados sin pudor que no tiene vida interior, que al menor atisbo de sentimiento o reflexión agarramos un bolígrafo, una libreta, un lápiz, el móvil, la parte de dentro de los cartones de cereales (¿qué?, cada uno tiene su espacio...), seguros de encontrar en él una fuente de inspiración para escribir bien un pensamiento a bocajarro, bien una historia sin importancia donde nos desdoblamos en personajes ficticios con los que se nos hace más sencillo contar nuestras vivencias.
Quizá habría sido mejor no pensar en todo esto. Quién sabe si, a partir de hoy, no seguiré abriéndome de semejante modo.
30 jun 2009
Noche fugaz
20 jun 2009
¿Dónde quedan?
Esos días tan felices, dime, niña, ¿dónde quedan?
19 jun 2009
Instrucciones para encontrar las llaves
Importancia: Grande tirando a vital.
Problemática: Pasmosa facilidad para ser perdida.
Análisis de la especie. Ubicación.
Nombre científico: Clavis clavem.
Tamaño: 0’06 metros de media (±0'03 m).
Material: Metales y aleaciones varias.
Hábitat natural: Cualquiera excepto su sitio.
Hábitat preferido: Debajo de cojines, camas y sofás.
Modo de vida. Gustos y Aficiones.
Reproducción: Nula.
Olor que deja en las manos al ser agarrada: Similar al de las monedas. No agradable.
Costumbres tróficas: Según parece, carece de alimentación.
Relaciones sociales: Muy fructuosas con otras de su especie. Algo efectivas con el género de los llaveros.
Nombre de agrupación: Manojo.
Subordinación: Positiva bajo dueños organizados. Nula bajo dueños despistados.
Hobby preferido: Jugar al escondite.
Ocupaciones.
Ocupación principal: Abrir y cerrar puertas.
Ocupaciones secundarias: Abrir cartas. Curar orzuelos. Hacer palanca, en ocasiones con peligro mortal (para más información acerca de riesgos laborales, consúltese la web del sindicato de llaves).
Trabajos no remunerados (por gusto): Trucos mágicos de desaparición. Locomoción incontrolable e involuntaria. Fiestas de disfraces. Viajes por tiempo indefinido.
Solución a la problemática planteada.
Sugerencias populares:
-Hacer llaves de colores llamativos (ejecutado sin éxito).
-Fabricar llaves mayores (poco práctico).
-Crear llaves con teléfonos móviles incorporados y llamar en caso de pérdida (menos práctico aún: seguro que se olvida el número).
-No utilizar llaves (se plantea la posibilidad de robo).
Solución final: No existe solución final.
En attendant mademoiselle Victoria...
Amistad a primera vista
Sin embargo, aseguran que es cierto, que bastó un cruce de miradas para entender que ya se habían contado todo. No necesitaron mediar una palabra. Es tan difícil de explicar... En cuestión de un instante, lo que tardaron en verse las caras, sintieron como si toda la vida la hubiesen pasado juntos, como si se conociesen desde niños.
Era cierto que no sabían nada el uno del otro, debían desentrañar las respectivas personalidades. Desde luego. Pero no dejarían pasar ni un minuto más. Ese vuelco les indicó que iban por el buen camino. Que pasase lo que pasase, hiciesen lo que hiciesen, acertarían. Que, aunque al descubrirse mutuamente encontrasen sorpresas o rarezas, en esencia se parecían tanto que dejarlo pasar sería desperdiciar una ocasión única.
No eran conscientes de lo afortunados que fueron. El entendimiento del ser humano no alcanza a entender este tipo de sucesos. Ni ellos mismos lo habrían comprendido si hubiesen sabido de ello con anterioridad. No obstante, sucedió. Tal cual.
Y la historia, según cuentan, aún no tiene final...
17 jun 2009
Rima XXII
Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas y leyendas.
Declaro la guerra a...
El gremio de peluquería. Porque sí, por lo de siempre. Es absurdo dar razones. Esta es una guerra continua, el cuento de nunca acabar.
Hace tiempo lo sostuve y ahora me reafirmo. Las peluqueras deberían estar prohibidas por el código penal. O, cuando menos, reguladas.
5 jun 2009
No volverá a ocurrir
Ahora, desde la distancia, observa, hace balance, medita. Y se asombra. Se asombra de ver que no le han mandado a la mierda en las infinitas ocasiones en que pudieron hacerlo. Le resulta extraño que, a pesar de lo que han tenido que aguantar, no hayan dado media vuelta y lo hayan dejado tirado. Promete que no volverá a ocurrir, que nadie estará obligado a soportar malas caras, contestaciones o faltas de atención. Y agradece que le sea brindada esta segunda oportunidad.
30 may 2009
De seguros y trajes antiguos
LETICIA.–Un especialista en trajes antiguos.
GRACIA.–¿Y a qué se dedica?
LETICIA.–Nunca se lo he preguntado.
GRACIA.–¿Ha venido a deciros cómo teníais que poneros los trajes antiguos?
LETICIA.–Ha venido a ver si Pepe le coloca en su compañía de seguros.
GRACIA.–Entonces, ¿vive de los seguros?
LETICIA.–No. Vive de los trajes antiguos.
GRACIA.–Es que, al parecer, no sabe una palabra de trajes antiguos.
LETICIA.–Por eso querrá colocarse en la compañía de seguros.
GRACIA.–¿No sabiendo de seguros?
LETICIA.–No sabiendo de trajes antiguos.
GRACIA.–Pero vamos a ver... Para colocarse en una compañía de seguros, ¿importa algo que no sepa nada de trajes antiguos?
LETICIA.–No... Pero ¿quieres decirme qué obstáculo hay para que, no sabiendo de trajes antiguos, se coloque en una compañía de seguros?
GRACIA.–¡Caramba! ¡Pues el que no sabía nada de seguros!
LETICIA.–¡Pero mujer, tampoco sabe nada de trajes antiguos!
24 may 2009
Descubrimientos tardíos
23 may 2009
Instrucciones para sobrevivir a una reunión familiar
Un grupo de expertos de la Universidad de Minnesota ha colaborado en la redacción de este manual, en el cual han reflejado todas aquellas incómodas situaciones que pueden darse en estos eventos para que sepa cómo reaccionar en cada una de ellas y así salir airoso, así como propuestas para evadirse física o mentalmente en caso de necesidad.
He aquí breves selecciones del que será, sin duda, el manual de autoayuda de la temporada.
«Una vez efectuadas las salutaciones rutinarias con la familia cercana, se te acercarán acechantes todas aquellas tías segundas (o terceras) a las que afortunadamente hace años que no ves. Serán fácilmente reconocibles al ir embadurnadas en cremas antiarrugas y perfumes penetrantes, a lo que debe añadirse la densa capa de carmín que cubrirá sus labios. (...) Al mínimo indicio de su presencia, lo único que te aconsejamos es adelantar una de las piernas de que dispones hasta que el pie quede apoyado en el suelo, situación que te será favorable para ejecutar la misma acción con la otra pierna, avanzando de posición a intervalos de tiempo cada vez más reducido y en sentido opuesto a la localización las señoras en cuestión. Salir por patas, en términos familiares.»
«Abundarán comentarios similares a “¡Qué alto estás!” o “No te veía desde que llevabas pañales.”, que no tendrás más remedio que aguantar estoicamente. Si te encuentras en este apuro, tu mejor salida es una buena sonrisa a tiempo, aunque es posible que desencadene todo tipo de elogios hacia ella, con frases como “¡Si sonríe igual que su madre!” o “Es igualito a su padre cuando tenía su edad.” Estate preparado para lo peor.»
«Proponemos a continuación una serie de actividades para tu propio divertimento, cuyo único fin es que el tiempo pase más rápidamente en estas insostenibles ocasiones.
-En el momento de las presentaciones, maréese a las personas en edad senil con datos erróneos o equívocos, como edades inventadas o nombres traspuestos. Es interesante llevar a cabo esta actividad en compañía de uno o varios cómplices, para que la confusión infundida sea mayor.
-(Preferiblemente en ciudades pequeñas) Enumérense las referencias a muertes, entierros, velatorios, esquelas, exequias y tanatorios. Hágase una lista con el nombre de los diversos finados y de sus respectivos parentescos, y recuérdense cada media hora. Se trata de una actividad con la que ejercitar la memoria y, de paso, iniciarse en el mundo del chismorreo. (...) Inclúyanse en la conversación frases como “La tía Perpe será la próxima.” o “Habrá que ir desempolvando la corbata de seda negra, porque al tío Genaro le quedan dos telediarios.” Obsérvense las reacciones de los aludidos ahí presentes y, a ser posible, fotografíense sus caras.
-En el momento de la ingesta (damos por supuesto que toda reunión familiar se celebrará con un aperitivo, un piscolabis, un vermú, un refrigerio, un tentempié o sucedáneos), localícese al miembro de mayor edad en el grupo. Si no se dispone de su edad exacta, aventúrese una aproximada. Una vez localizado, llévese la cuenta del número de veces que lo ingerido escapa de la boca y aterriza bien en el regazo o bien en el escote del sujeto de ingestión. Si supera la veintena, considérese la posibilidad de destinar una pequeña condecoración para el divertido comensal.»
El libro perfecto para regalar en cualquier ocasión. Nuestra sugerencia es acompañar la Magnífica guía de supervivencia para reuniones familiares con el Fabuloso traductor peluqueras-humanos, humanos-peluqueras y el best-seller ¿Qué fue de ‘La pajarería de Transilvania’?, en una edición de coleccionista que no puede dejar escapar.
9 may 2009
El gusano y el reloj
Cuentan que por las tardes una fina línea separaba ambas partes del reloj. Una densa cortina provocaba que una de las mitades quedase bajo la calidez de los rayos del sol, mientras que la otra se volvía umbría y desapacible. El gusanito, que no era tonto, tenía claro que la parte más alegre de su infinitamente periódico trayecto era aquella en la que podía disfrutar de la luz del astro. Además, sabía a la perfección que, en el momento en el que pasaba a la parte tenebrosa, el juego perdía casi toda su gracia.
Al no sentirse capaz de correr la cortina por sí solo, la única solución para pasar el máximo tiempo posible en el que él llamaba “lado bueno” era saltar de aquel péndulo en movimiento. No obstante, sabía que su juego acabaría en el mismo instante en que decidiese abandonarlo. De manera que, aunque poco conseguiría, decidió que intentaría plantar cara a la manera en que el gran disco dirigía su propio movimiento. Pensó que, cuando éste pasase al “lado malo”, una vez que hubiese llegado a la cumbre donde la desolación era máxima, empujaría muy fuertemente al péndulo para que llegase cuanto antes al ansiado terreno bañado por Lorenzo. El gusanito sabía que sus esfuerzos no obtendrían sus frutos. Sin embargo, su actitud y su empeño consiguieron que nuestro amiguito creyese firmemente que el tiempo que dedicaba a impulsar la lenteja brillante pasaba más deprisa.
Porque pasar de la más honda tristeza a la más radiante felicidad no depende de nosotros, pero sólo podremos mirar hacia el lado más amable de la vida si nos lo proponemos y creemos en lo que hacemos.
7 may 2009
Un muro de vidrio aislante
30 abr 2009
Hoy...
Hoy he hecho daño a algunas personas y, qué asquerosa coincidencia, reír a carcajadas a otras.
Hoy me he visto como una mierda, como un cero a la izquierda creyéndome uno a la derecha. Hoy me he conocido.
Hoy me han defraudado, pero eso no es nada en comparación con lo que me he despreciado.
Hoy he sentido por primera vez lo que es una despedida. De esas que a partir de ahora y durante estos meses voy a vivir en exceso. Hoy he sentido lo que no quiero sentir.
Hoy he descubierto lo que significo para algunas personas. Hoy me han hecho ver el huequecito que lleno en sus vidas y me han hecho sentir algo mejor.
Hoy me he dado cuenta del valor que para mí tienen ciertas personas, y en especial una.
Hoy he entendido el verdadero significado de la palabra “hijo”, y no es aquel al que estamos acostumbrados.
Y hoy he llorado. Por primera vez desde hace mucho tiempo. Y todo esto ya no era teatro.
24 abr 2009
Despachurrado
Y es que peor que el desmorone de un proyecto común entre varias personas es descubrir que alguna de esas personas no tiene la ilusión y el interés que tú sí pones en él.
(Los que me conocéis medianamente podréis intuir cuál es ese "proyecto" en el que durante esta semana más ganas estoy poniendo.)
20 abr 2009
Instrucciones para montar en ascensor.
El primer punto importante a la hora de montar en ascensor es disponer de un ascensor. Y para disponer de un ascensor es preciso encontrar un hueco del ascensor donde encajar un ascensor. Un hueco del ascensor donde encajar un ascensor debe estar localizado en una construcción que admita un hueco del ascensor donde encajar un ascensor. Las construcciones que admiten un hueco del ascensor donde encajar un ascensor pueden ser variadas, aunque tienen la costumbre de corresponder a edificios. La altura del edificio que admite un hueco del ascensor donde encajar un ascensor no ha de ser ni escasa ni excesiva. Para un edificio de menos de tres alturas, un ascensor resulta irrisorio a la par que un indicio de falta de salubridad. Para un edificio de más de seiscientos cincuenta y nueve alturas, un ascensor resulta en la misma medida aburrido y peligroso.
El segundo punto importante a la hora de montar en ascensor es tener la necesidad de montar en ascensor. Si se necesita permanecer en la altura en la que se está, es probable que al hacer uso de un ascensor mudemos de planta, ya sea hacia arriba o hacia abajo, y eso se contradice con la necesidad que se tenía. Si, por el contrario, se necesita cambiar a una altura en la que no se está, al no hacer uso del ascensor es probable que no saciemos nuestra necesidad –a menos que se haga uso de las escaleras, cuya existencia despreciaremos en estas instrucciones–. Si no se tiene claro si se necesita permanecer en la altura en la que se está o si se necesita cambiar a una altura en la que no se está, la única utilidad que tiene el hacer uso del ascensor es la de encontrar tiempo para reflexionar en la intimidad acerca de si realmente se quiere seguir viviendo o si regenerarse en el Viaducto es una salida.
El tercer punto importante a la hora de montar en ascensor es saber cómo funciona un ascensor. Púlsese, presiónese, apriétese o tóquese el botón de llamada, sito junto a las puertas del ascensor en su parte externa. Aguárdese pacientemente. Pásese al interior de la cabina, siempre y cuando la(s) puerta(s) así lo permita(n). Nuevamente, púlsese, presiónese, apriétese o tóquese el botón donde figure el número de piso al que se desea ser transportado. Para ello es útil tenerlo claro, ya que los números que figuran son enteros y no admiten los decimales que resultarían de hacer la media entre los diferentes pisos entre los que se duda. Una vez cerrada(s) la(s) puerta(s), aguárdese otra vez pacientemente. Como puede verse, la complejidad de montar en ascensor reside en la ejecución repetitiva del juego pulsar-aguardar.
El cuarto y último punto importante a la hora de montar en ascensor es no tener fobia a montar en ascensor.
Por si las instrucciones resultases escasas, podéis encontrar en http://practicamenteimperfectaentodo.wordpress.com/2009/04/22/instrucciones-para-montar-en-ascensor/ algo mucho más original, ciertamente.
15 abr 2009
No es usual.
No es usual que, montado en un coche de vuelta a casa, me pregunte adónde voy. Tampoco es usual que, montado en un coche de vuelta a casa, no me entienda a mí mismo. Y tampoco es usual que, montado en un coche de vuelta a casa, me dé cuenta de que no me entiendo. La carretera es aburrida. Es algo que, habitualmente, no cambia. Al menos, no de manera ruidosa. No hay novedades en los pueblos que voy atravesando, ni en los caminos que los unen. Y ello me invita a darle vueltas a lo mío, a hacer balance. Pero las cuentas no me salen positivas.
Si ya es odiosa la sensación de que has olvidado algo por meter en la maleta al emprender un viaje, la impresión de dejar atrás un pedacito de ti es, además de odiosa, atroz. Y si a eso se le añade que lo que vas dejando cada vez más lejos tiene nombre de mujer, la situación se vuelve insufrible. Todo ello queda fenomenalmente rematado cuando la mujer que responde a ese nombre es tan fría, tan reflexiva, tan prudente y tan discreta, tan cauta y reservada como lo es ella. Tan es así, que jamás escapará de sus ojos, creo yo, ni un atisbo con el que me desvele lo que siente.
Pero no, que no tiene nada que sentir. No ha de sentir nada porque yo... No es posible. Me resisto a creerlo. Las dudas me asaltan. Que siento algo, eso es seguro. La presión en el pecho no es invención mía. Las dudas residen en qué siento y en cómo lo siento. La carretera, sin embargo, no se me revela como una buena disipadora de dudas. El frío de la ventanilla, el runrún de la música en la radio y las caras adormecidas de quienes viajan en los coches que adelantamos no me dan respuestas ni consiguen que yo no las pida. Juro que esta vez es diferente. Lo juro. Aunque no sé en qué modo. Y mucho me temo que esta incertidumbre solamente podrá acabar cuando vuelva a tenerla frente a mí. Pero para ello tendré que esperar algún mes que otro.
13 abr 2009
Doce meses.
Pero no, ella no se arrepiente de nada. Sabe que, tras doce largos meses, volverá a verlo en la cita anual que este año los ha juntado. Está convencida de que, aunque la espera sea larga y dolorosa, compensará todo el tiempo perdido. Que sí, que puede que las cosas cambien mucho en tan largo tiempo, pero la esencia siempre se mantiene. Ha de saber que la distancia no es el olvido –menudo topicazo–, sino que el problema está en dejar pasar el tiempo, en dejar que todo se apague. El verdadero enemigo es la pereza, la dejadez, la comodidad. Hay que pelear por ello. Los obstáculos no se superan a menos que se intente y se ponga empeño en salvarlos.
Con el brillo de quien guarda la esperanza en los ojos, fue sincerándose ante su oyente, intentando imponerse al ruido de la música y las voces. Yo, realista por naturaleza, ejercí de optimista por primera vez en mi vida. Y descubrí que el serlo no mata a nadie.
7 abr 2009
4 abr 2009
Instrucciones para comer espaguetis.
A partir de ahora, veréis varias entradas de este tipo. No me he vuelto un aburrido. O quizá sí, pero esto no tiene nada que ver. El caso es que he propuesto a una integrante novel de la blogosfera –¡Saluda, nueva compañera!– un reto que está encantada, y si dice lo contrario miente, de asumir. La idea ha surgido por una entrada que publicó en su día ella misma, bajo el título de “Instrucciones para nadar”. El reto es el siguiente: cada cierto tiempo –más, menos– publicaremos ambos en sendos blogs unas “Instrucciones para...” sobre algo que habremos acordado previamente –se admiten propuestas–. Cada uno por separado, le dará una perspectiva, siempre en clave de humor. De manera que podrán contrastarse dos maneras diferentes y totalmente absurdas de enfocar un mismo tema, obligándonos a explotar al máximo nuestro intento-de-originalidad y, de paso, entreteniéndonos. Ahí van las primeras. Instrucciones para comer espaguetis.
Comer. Masticar y desmenuzar el alimento en la boca y pasarlo al estómago. Espaguetis. Pasta alimenticia de harina en forma de cilindros largos y delgados. Comer espaguetis. Masticar y desmenuzar la pasta alimenticia de harina y pasarla al estómago. Hasta aquí, todo bien. Veamos los problemas que acarrea la ingesta de espaguetis en sus múltiples variantes.
Comer espaguetis, tal cual.
Hace falta ser un necio, un mentecato o un borrico para intentar comer espaguetis sin haberlos tenido anteriormente en agua bullente durante un período de tiempo aceptable. He dicho.
Comer espaguetis con tomate sin mancharte la ropa.
Desde tiempos inmemoriales, el vulgo ha gustado de condimentar los espaguetis –ya hervidos– con salsa de tomate, archiconocida por su mancha, calificada por las madres como “esa mancha no sale nada fácil”. Es por ello que una de las máximas preocupaciones históricas haya sido evitar que la salsa de tomate realice el trayecto plato-camisa. Sin embargo, según novedosas investigaciones, dicho trayecto resulta inevitable. Prestigiosos científicos, en busca de una solución, enunciaron: “Lo mejor va a ser ponerse una servilleta.”
Comer espaguetis con tomate sin mancharte la nariz.
Pruebe a deshacerse de su nariz durante la comida, introduciéndola en una bolsita y guardándola en el bolsillo a buen recaudo.
Comer espaguetis de manera que no escapen más de cinco centímetros de la boca.
Está tan extendida la costumbre de succionar espaguetis –ya hervidos– sorbiéndolos en toda su longitud que en ocasiones resulta de mal gusto no hacerlo. No obstante, para los más tradicionales, existe una manera de evitar que escapen de entre los labios en tan desproporcionada longitud: córtense a intervalos de cuatro centímetros y nueve milímetros.
Comer espaguetis con las manos.
Si usted es una de esas personas que intenta ir en contra del sistema hasta sentado a la mesa, este apartado le interesará. Aunque escurridizos, los espaguetis –ya hervidos– tienen una pasmosa flexibilidad que les permite enrollarse alrededor de los dedos. Si no posee cubiertos o si, sencillamente, no le apetece levantarse a buscarlos, comerlos con las manos puede convertirse en una efectiva o cuando menos simpática solución. Atención: si se es reacio a ensuciarse la ropa, la nariz o cualquier otra región de su espacio vital más inmediato, la alternativa puede no resultar agradable.
Comer espaguetis con el dedo meñique del pie izquierdo.
Se trata de una variante del anterior, inusual por la sencilla razón de que a nadie se le había ocurrido con anterioridad. Empero, es perfectamente viable. N.b.: si lo intenta y nota cierta molestia, olvide su propósito. Pertenece al ochenta por ciento de la población carente de flexibilidad.
Visítese la versión de doña Victoria, seguramente más ingeniosa, en http://practicamenteimperfectaentodo.wordpress.com/2009/04/05/instrucciones-para-comer-espaguetis/ y contrástese con la de un nada servidor de ustedes.
30 mar 2009
De tipografía y otras manías.
29 mar 2009
Otra vida.
La gran ciudad la engulliría, pensaba él. Ni para bien ni para mal, pero se quedaría con ella. Ni la ciudad se resistirá a sus encantos, sería cuestión de tiempo. Y, de la misma manera, ella acabaría sucumbiendo a los encantos de la capital. Lo único que él podía pedir era que ella no olvidase su pasado. Que nunca borrase de su memoria a quienes compartieron su infancia con ella. A quienes la vieron en sus mejores momentos o en sus horas bajas. A quienes tanto la querían y a quienes ella también echaba en falta.
Lo único que podía pedir era que no tuviese que pedirlo.
27 mar 2009
Mira, por ahí se acerca...
¿No querías texto descriptivo, S.? ¡Toma texto descriptivo!”
18 mar 2009
Érase una vez.
Por aquella época, el vecino país de Mangucián estaba reinado por un gran estratega que centraba sus esfuerzos en planear las defensas de sus tropas. Había mandado construir en sus aposentos una gran maqueta que representase fidelísimamente cada paraje de sus terrenos, de manera que ningún barranco se le escapase de sus planes por si la temible invasión llegase. Siempre al tanto de tener todo a punto, el rey de Mangucián gastaba sus horas en presagiar los movimientos del atacante y disponer un buen contraataque.
Sucedió que ambos reyes viéronse obligados a avistarse. El enlace del valeroso príncipe de Mangucián con la hermosa princesa de Micomicón llevó a ambos monarcas a entablar una relación que, sin duda, sería próspera para el porvenir de sus respectivos feudos.
Resta decir que el acuerdo entrambos jamás dio fruto alguno. Resultaba imposible que alguien como el rey de Micomicón diera por buenas las condiciones de alguien como el rey de Mangucián, y a la inversa. No por intereses personales, sino por incompatibilidad de caracteres.
Y es que bien es sabido que el equilibrio es la base de toda justicia. Y, en este caso, vivir el presente contrarresta la fijación por el pasado y la preocupación por el futuro.
14 mar 2009
Nostalgia.
Nostalgia. Un sentimiento. De los más dulces, pero de los más dolorosos. De los más contradictorios. Quizá el que te hace sentir mayor impotencia. El que te recuerda lo que fuiste, lo que eres y lo que no serás. Una especie de medicina que puede contagiarte fuerza, valor y espíritu, o puede achicarte, descomponerte y abatirte. Indómito, aunque predecible. En pequeñas dosis, aporta brevísimos instantes de pseudofelicidad. En grandes cantidades, ofusca el presente e idealiza el pasado. No necesita prescripción médica, pero su abuso es poco recomendable para el equilibrio emocional.
Y, a pesar de todo, te sigues dejando invadir por un cálido recuerdo que te conquista por los sentidos. A través del olor de aquella colonia que gastabas. De ese puñado de notas al piano que un día te pusieron la piel de gallina. De aquel Londres que te cautivó por completo. Día tras día. Viviendo y deseando que los japoneses inventen una máquina del tiempo. Pero yo no soy soñador. No. Qué va.
6 mar 2009
Ojos que no ven...
Eso sí: pega un buen portazo al salir.
28 feb 2009
Marcha atrás.
Por circunstancias que no vienen al caso –aunque son realmente interesantes, en mi opinión–, llegaron a mis oídos ayer por la tarde pequeñas pinceladas de un brillante reportaje acerca del amor y del posible componente químico que en él reside. Naturalmente, lo primero que hice nada más llegar a casa fue bucear en hemerotecas hasta encontrar el reportaje en cuestión al completo. Al margen del tema de la química y las hormonas –asunto que a mí, personalmente, no me llama especial atención–, pude encontrar el pasaje que rondaba mi cabeza. Hacía referencia a la postura que un buen número de doctos en etología mantiene acerca del amor humano como una derivación del primitivo cortejo mamífero. Se hacía alusión al “notable despliegue de energía, persecución obsesiva, protección posesiva de la pretendida pareja y belicosidad hacia los posibles rivales” en la lidia –por continuar con la agresiva alegoría– amorosa de los mamíferos.
Si bien es cierto que las palabras escogidas por el autor parecen restringirse al ámbito irracional, es innegable la aplicación de esta serie de actuaciones al comportamiento humano. Yo, personalmente, ni siquiera hablaría de ‘derivación’, sino de un puro calco a la manera de actuar en el resto de los mamíferos, ¿no os parece? El notable despliegue de energía tiene un buen indicador en la sudoración excesiva que el tonto o tonta de turno –o turna– experimenta teniendo a su ‘presa’ en derredor. La persecución obsesiva se hace patente un sábado cualquiera por la noche, siendo la frase preferida para disimularla “¡Oh! ¿Cómo tú por aquí? ¡Qué encuentro tan fortuito! No sabía que salías...”. Y en cuanto a la protección posesiva y la belicosidad para con rivales... En fin, ¿existe mejor ejemplo que “¡A que te hostio como toques a la titi, cabronazo!”?
Cada día, la raza humana muestra mayores signos de evolución... marcha atrás. Incluso en eso no dejará de sorprendernos.
21 feb 2009
Poema 20.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. […]
14 feb 2009
Recuerdos.
8 feb 2009
Nevó.
Solución antidepresiva: No mirar por la ventana.
6 feb 2009
Una vida perfecta.
et las fuizas vanas dexat.
1 feb 2009
Ça suffit.
Nunca podré agradecértelo lo necesario.
26 ene 2009
Dime.
[…] Que no puedo vivir porque te extraño
23 ene 2009
Odiada y marginada cedilla:
Reciba un cordial saludo de
Un admirador.ç
18 ene 2009
Una sonrisa de las sinceras.
Yo caminaba, como de costumbre, viendo pasar trajes, corbatas y maletines. Señoras y carritos. Deprisa. De pronto, se ha interpuesto en mi camino una joven, con un niño de la mano. Su hijo, según he interpretado. La mirada cansada de la madre me ha recordado cuán exhausta es la labor de cuidar de un niño. He sentido algo por ella, he valorado su esfuerzo, su entereza. Le he regalado una sonrisa, acompañada de un cortés ‘buenos días’. La madre, con una mezcla de miedo y sospecha, se ha alejado a buen paso, su hijo de la mano.
No sé qué habrá pensado. Quién es, cómo desvaría, el pobrecito, si es que a esas edades, qué malo es vivir tanto, habrá enterrado ya a todos sus amigos, necesitará comprensión, etcétera. Lo último que pensará, de eso estoy seguro, es que mi intención es que ella se sintiera comprendida, y no a la inversa. Pero supongo que está demasiado ocupada para pensar en ella misma. Yo, por mi parte, me siento satisfecho. Una sonrisa, de las sinceras, nunca está de más.
16 ene 2009
No sabemos nada.
SIGERICO- Tienes razón. No sabemos nada. Ni siquiera sabemos por qué después de tomar alcachofas el agua que se bebe está dulce.
3 ene 2009
Enajenaciones vaporosas.
Se imagina vapor de agua. Sí, no es su máxima aspiración, pero por unos minutos... Por unos minutos se imagina volátil, se imagina inabarcable. Desea levitar. ¡Evadirse! Lo rápido que se cuela por una rendija, lo mucho que se eleva para luego dejarse caer, todo ello le fascina enormemente. En ocasiones le gustaría poder escapar con esa facilidad de todo lo que le rodea. Mezclarse con el aire, escapar por cualquier agujero, huir por cualquier ventana.
No obstante, como en todo, luego imagina los contras. Hasta el elefante más gigante se rinde ante la presencia de un minúsculo ratón. El vapor tampoco escapa a las corrientes de aire frío. Teme tanto a su condensación y en cambio... En cambio no puede evitarla. Aunque fuese vapor de agua, tendría sus limitaciones.
Porque nuestra libertad termina donde empiezan nuestras debilidades.